Poesía

LIBERTO DE LA FÁBRICA DE AUTÓMATAS.

Qué difícil volver y seguir sin contar los minutos
en este correr donde todo nos persigue,
apurando el descanso en el asiento de un vehículo,
bamboleados por los baches del tiempo.

Qué difícil sentirnos por la ventanilla de lo vivo,
hacernos a un lado de nosotros, dejar en paz el cuerpo
y devolver así la piel descabalgada a su natural estribo;
qué lejano besar el suave rostro en el musgo grueso
de la roca inamovible y enamorarse, ahora tan alquitranado,
tan rebuscado en los mapas de herméticos versos.

Qué difícil seguir donde empezamos al nacer
de nuestras ganas, cuando vivir era el motivo
y no el eco lastrado de sus consecuencias;
qué proeza seguir amando en un mundo sometido
al desprecio de cadenas de producción
que encadenan todo lo que queda a sus cuentas.

Qué difícil obtener favores sin ponerse de rodillas,
sin conocer antes la altura del gigantesco edificio,
del mundo repoblado de viajeros que van a la oficina
aunque viajen tan lejos como puedan de su permiso.

No puede ser, no puede ser que seamos tan indefensos.
Qué difícil existir por naturaleza cuando ya somos
el éxodo viral a las redes que nos infectan de visitas
y nos presentan con un tipo de letra y un emoticono.

La vida escapa a la hora incierta de una cita furtiva,
el mundo entero huye de sus traficantes
y vivir ya consiste en ocupar los espacios de la huida.

Qué difícil volver y seguir donde lo dejamos,
cuando nacimos de una madre y la vida era un regalo.