Poesía

Voluntad

Cuando amas, dudas del amor
y miras insignificante
a los ojos vidriosos
que en tu umbría te observan,
como si amar fuera la mirada lenta
del ayer enamorada de la fría soledad.

Si amases, donde miras
sólo estaría lo que ves
y no lo que esperas,
y lo que ves, sería voluntad.

Si quieres algo, no lo desearías,
el deseo es la voz sibilina del miedo
negando tus posibilidades,
y negado tú, el ser que viene con ellas,
la realidad no puede afirmarse
más allá del canto de una moneda.

Si quisieras sin más, serías certeza
y lo que buscas sería voluntad.

Morimos, sí.

Si vamos a morir y tenemos la certeza de ese final,
¿por qué ver la muerte como el enemigo a vencer?
¿no sería más inteligente sentarla
en nuestra morada y darle acogida
para que la vida sea su nuevo elemento?

A veces, nos vemos muertos de reojo,
porque no dejó de ocurrir,
porque ningún instante vuelve
por singular y extraordinario que fuera,
si en lugar de esperar
una respuesta a la inmortalidad,
te adelantaras como el aire
sobre el malvavisco de las tumbas,
la vida no sería de nadie, sería voluntad.

Nada que temer sobre lo que no nos pertenece
y no conoce nuestros puntos débiles.

Y sin embargo, temes.

Temes porque deseas
y el deseo hierve
en tu atmósfera libertina,
la ciudad te ha hecho creer
que eres el dueño del mapa,
cuando el mapa ya existía.